Como ya es costumbre y como parte de nuestras tareas cotidianas en la Central Internacional, frecuentemente analizamos nuestro contexto. Es obvio que los cambios en el mismo han sido significativos, como consecuencia de la irrupción de la Pandemia COVID-19.
La “nueva normalidad” implica varios cambios importantes en todos los ámbitos de la vida cotidiana y en los círculos laborales. En lo primero, el uso de mascarillas, guantes u otros elementos de protección en todo momento como primera barrera. El distanciamiento social y lavar las manos con mucha frecuencia, el uso de gel desinfectante en sitios públicos, entre otras medidas, para algunos trastoca su entorno. Sin embargo, estas medidas llegaron para quedarse un tiempo, si bien indeterminado, sabemos que es largo.
En el mundo laboral las consecuencias han sido de también de alto impacto. En el último informe especial de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) de Julio 2020 registra cifras muy interesantes. Indica que un 34% del empleo formal y un 27% del PIB de la región corresponde a sectores fuertemente afectados por la pandemia. Por su lado, Europa maneja una caída del PIB cercana al 10% y Estados Unidos todavía contiene el aliento y no hay estimaciones claras, aunque ya se vislumbra un panorama muy complejo. Obviamente las microempresas y PYMES están en el ojo del huracán y son las que deben moverse de forma más rápida y acertada para sortear las consecuencias pandémicas.
Cada grupo económico ha adoptado medidas importantes para mantener la economía a flote y en algunos casos, las supervivencia de un modo de vida. Analizando estas medidas bajo una óptica en general es posible agruparlas entorno a 6 grandes áreas de gestión:
1. Liquidez inmediata de las empresas
2. Acceso a Crédito
3. Ayuda Directa por parte de las administraciones
4. Protección del empleo mediante leyes y reglamentos
5. Apoyo a la producción mediante incentivos fiscales o dinero corriente
6. Incentivo y fomento a las Exportaciones
Todas estas medidas tienen requisitos para poder acceder a ellas y allí es donde nuestro análisis de contexto identifica nuevas oportunidades para nuestra industria. En la medida que las organizaciones quieran acceder participar de estas medidas, deben plegarse a un perfil que las defina como confiables.
Entre una cantidad importante de disposiciones a cumplir, se encuentra de por medio la gestión de riesgos. En este análisis, destaca un elemento que siempre ha sido considerado, pero como ahora depende casi en su totalidad de lo que ocurra puertas adentro en una organización, debemos seguirlo casi a ciegas. La CONFIANZA se ha trasformado en la nueva moneda de cambio. Muchas veces, más allá de la solidez financiera o la destreza operacional, La CONFIANZA debe poder sentirse en cualquier eslabón del aparato productivo.
Temas que dábamos por asegurados, ya no lo son. La confianza del comensal que decide entrar a un restaurant u hotel, la de un cliente que recibe insumos o materia prima de sus proveedores, o la de consumidores que acuden a uno u otro supermercado en busca de alimentos. La confianza de asistir a la escuela, la universidad, cines, teatros o simplemente a una cena en casa de amigos.
La CONFIANZA es un elemento importante para la cohesión social. La sociología la define como:" Una hipótesis sobre la conducta futura de una contraparte implicado en una acción determinada. En una actitud que involucra futuros resultados previstos y positivos para todos los involucrados, en la medida que estos resultados dependan de la acción de una o más contrapartes”.
La RAE lo define de forma más sencilla: “Esperanza firme que se tiene de alguien o algo".
Obviamente, a mayores garantías nuestro nivel de confianza aumenta. Aunque hemos aprendido reorientando nuestros análisis de riesgo como consecuencia de la pandemia a separa ambos conceptos, la CONFIANZA se ha transformado en la nueva moneda para transar, inclusive por sobre los temas económicos. Este nuevo hecho si se lo debemos a una gestión deriesgos eficiente.
Ahora bien, nuestra industria no puede influir directamente sobre la CONFIANZA entre las contrapartes o partes interesadas, pero si puede orientar su aceptación trabajando sobre las GARANTIAS que construyen niveles de confianza sólidos. La estandarización es una de las vías para construir las garantías que requiere nuestra nueva normalidad.
Dentro de las lecciones aprendidas de la irrupción de la Pandemia COVID-19, esta que la sociedad en general y sobre todo las empresas, han puntualizado la importancia de preparase mejor ante eventos adversos, así como definir medidas eficientes ante sus diferentes grupos de interés como parte de sus directrices de planificación. La estandarización juega un papel fundamental en este sentido.
De todas la medidas económicas que comentamos anteriormente podemos definir dos características claras. Primero, tiene un fuerte componente financiero y segundo, tienen plazos cortos. El 86% de estas medidas contemplan horizontes temporales inferiores a 6 meses.
Frente a esta realidad, podemos definir la nueva normalidad en tres áreas de oportunidad muy interesantes para nosotros:
1. Seguridad de Trabajadores y clientes: protocolos sanitarios, desinfección de ambientes y zonas de trabajo, insumos para la protección individual y adecuación de infraestructuras.
2. Reingeniería de la producción: ajustes en la logística interna, cadenas de suministro más locales y seguras, cuadros de mando y controles virtuales, coordinación entre teletrabajo y actividades principales (modelos híbridos) y tecnologías digitales.
3. Nuevos modelos de negocio: seguimiento en el comportamiento de la demanda, mayor seguimiento a necesidad y expectativa de partes interesadas, reorganización y seguimiento a las cadenas de suministro.
Podemos sumar la CONFIANZA Y SEGURIDAD como factor importante de diferenciación, sumado a la valorización de productos locales. El que no pueda demostrarla, carecerá de la capacidad de transar sus productos y servicios amparados en esta nueva divisa.
Frente a nuestro análisis se abren más oportunidades de negocio, inclusive en algunos rubros donde, históricamente, nos era muy complicado entrar. De hecho identificamos un horizonte muy amplio de oportunidades para el sector de la normalización y la auditoría. Los círculos de competitividad se encogen y las normas les permiten a las organizaciones ganar en ventajas competitivas, así como en seguridad e integridad de las cadenas de suministro y la seguridad y salud de los trabajadores y otras partes interesadas serán de alta demanda. Todo esto mientras mantiene los niveles óptimos de calidad necesarios para seguir satisfaciendo la necesidad de grupos de interés.
En otras palabras, las organizaciones deben adaptarse y capacitarse para comercializar con la nueva moneda de cambio y nuestro sector tiene a disposición todas las herramientas necesarias. La estandarización es la vía a las garantías necesarias para dar valor a esta nueva moneda de cambio, la confianza.
Arturo Enrique Michelena
Central Internacional
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